ROCHA. POLONIO. REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY.
Apenas 70 familias, habitan esta pequeña localidad marítima, silenciosa y surcada por el viento. Muchos son argentinos, que hace más de 40 años vieron la oportunidad de una tierra y –con el tiempo- quedaron hipnotizados por el encanto de su geografía. Tierra de pescadores de antaño, donde se sobrevive junto al mar y la pesca artesanal que da lugar al bacalao criollo.
E
sta reserva natural y área protegida, recibe cerca de 100 mil personas por temporada estival. Su economía de basa en el turismo, la pesca y las artesanías. En varias épocas del año, se filetea y sala el cazón para la elaboración del bacalao criollo que se diferencia por ser menos sabroso que la variedad europea, aunque un poco más barato.
Gran parte de su producción se lleva a la localidad de la Paloma e incluso a Montevideo para su distribución y comercialización en grandes puntos de venta.
Según Rubén Veiga, de la firma Estrella del Cabo, es común ver en la gente que transporta por los médanos y caminos difíciles, signos de alegría, aceptación y asombro.
“Para muchos, un homenaje a la naturaleza, que se manifiesta en su máxima expresión, demostrando que siempre está ahí, inmaculada y presente”, reconocen quienes lo visitan.
Este cabo, emplazado sobre los bañados del este uruguayo, hace honor a un barco denominado Polonio o un galeón español llamado Nuestra Señora del Rosario, que naufragaron en las décadas del 30 y el 50 del año 1700.
Sus habitantes dicen que la ausencia de energía eléctrica, se compensa con otras ventajas. Una de ella, es la posibilidad de obtener agua dulce a tan solo 1 metro y medio de profundidad.
Las diagonales de la plaza central conducen al mar, un camino peatonal repleto de bares, artesanos; y -hacia el sur- algunos chiringuitos que ofrecen empanadas, tortas y bizcochos.
Es posible hablar con los pescadores. Curtidos por el tiempo, un mar bravo y la vida sana, prevalecen las familias Veiras, Machado y Calimares.