La primera quincena de enero, cerró un balance conflictivo en medio del ordenamiento de la logística portuaria después de casi un mes de paro y en el marco de un cese de comercialización por las limitaciones transitorias a las exportaciones de maíz; así como también, un amplio aumento de precios en el mercado interno de la mayoría de los productos e insumos indispensables para los argentinos.
En el medio, el planteo de ambas partes y una discusión que nunca ha sido resuelta, donde -por un lado- el campo pide políticas claras para poder crecer, volcar divisas a la economía, generar trabajo y bienestar social; pero no lo logra desde hace más de un siglo.
Por otro lado, está el gobierno y sus diversas fórmulas poco efectivas, donde con o sin intervención de los mercados ha transitado por resultados desacertados, en el correr de las últimas décadas.
Esta semana, varios referentes de la administración actual salieron a explicar que sin una señal de la intervención al mercado del maíz, las carnes y otros productos iban a seguir un camino ascendente de precios y desproporcionado.
Asimismo, se excusaron atribuyendo que si el campo y las cadenas productivas buscan una economía más sana, deberían prever el daño que hacen los alimentos tan caros y fuera del alcance de todos los argentinos. Es decir, reclamar o proyectar medidas para que esto no suceda reiteradamente.
A priori, le encomendaron el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), que aporte ideas y sean previsibles en las políticas para el sector, por encima de la coyuntura o eventualidades. De ahí, a último momento, salió una resolución correctiva para atenuar el anuncio por el maíz, aunque tarde o en el medio de una bronca del sector generalizada.
Ahora, con quienes se puede hablar, de ambos lados existe una coincidencia y se resume en el individualismo, la ausencia de inteligencia colaborativa y tantas otras frases armadas que dan vuelta como un concepto próspero; anunciado pero nunca aplicado en el país.
El campo habla de un año difícil cuando desvía su mirada al clima y las previsiones sobre la nueva campaña. El gobierno resalta las oportunidades frente a un mundo en crisis, con inseguridad alimentaria y una demanda de alimentos desenfrenada. En el medio, los productores y consumidores siguen bancando la parada.
Aunque parezca absurdo, hay que recordar que el mercado siempre ajusta por oferta y demanda. En el 2020, en Argentina, se vio reflejado en el momento que el consumo de carne vacuna fue equiparado por los cortes aviar. La carne de pollo terminó siendo el sustituto frente al aumento de precios y el ajuste fue rápido e inmediato.
Por más extensa que sea la discusión, hay una duda persistente en el mercado local e inentendible en un mundo tan complejo; si Argentina produce alimentos para 400 millones de personas porque sigue manteniendo situaciones extremas con personas que pasan hambre y otras que con demasiado esfuerzo alcanzan a comprar cortes cárnicos, lácteos, frutas y verduras.
Es casi seguro que la intervención al mercado del maíz no resolverá nada. Son medidas que no alcanzan y están llenas de responsables. No solo la política agropecuaria ha impulsado la decisión, hay culpables secundarios reflejados en la pasividad de los productores, dirigentes, empresarios del sector, referentes de las cadenas productivas, acostumbrados a manifestarse con simples comunicados para limpiar culpas, mientras miran con tranquilidad la oportunidad irrepetible de los mercados y sus precios internacionales.
Se espera un año de precios altos por los próximos 6 meses. Todo indica que ante las ajustadas existencias de granos en el mundo y soja en EE.UU. la demanda China continuará distorsionando los mercados.
“El nivel de compra de los países asiáticos será constante y dinámico. El cambio puede variar entre los meses de abril y junio cuando se defina cómo se perfila la campaña y nueva siembra de Norteamérica», remarcó Hernán Derba desde la mesa de operaciones de la firma Barrilli.
Para Argentina, se estima que cerca de un 10 % de la producción de maíz se verá afectada por el fenómeno climático “Niña”; y de la soja aun no se han definido las posibles variaciones.
“No nos encaminamos a un fracaso productivo; aunque sí un poco por debajo para los promedios que se esperaban para este ciclo. Será una campaña razonable y con buenos precios”, resumió el especialista.