A pesar que la magnitud del negocio es del 40% del PBI global, Argentina representa sólo el -0.04% de las compras chinas.
Es posible que el acuerdo entre la Unión Europa y el Mercosur, no alcance un fuerte despliegue de la producción agroalimentaria para los cuatro países de nuestra zona; sino que -por el contrario- sea el eje de la llegada de inversiones desde esa parte del Viejo Continente.
El dato, que es compartido por varios analistas internacionales, refleja cómo son las nuevas modalidades de los acuerdos de libre comercio que no pasan por el aumento de las ventas, sino por un eje central como la atracción de inversores.
Esta semana se habló de las proyecciones para los próximos 15 años y se destacó que los grandes mercados para los productos del agro o la alimentación no están más colocados en Europa, sino que han migrado hacia varios países del continente asiático, encabezados por China.
Es más, aunque suena extraño, los dos países más integrados del sistema capitalista actual siguen siendo las naciones que se encuentra en conflictos por aranceles y aspectos comerciales. Es decir, tanto EE.UU. como China, mantienen un comercio bilateral de 2 mil millones de dólares por día, a diferencia de la época de la guerra fría cuando el intercambio entre los norteamericanos y la Unión Soviética era sólo de 2 mil millones de dólares por año.
“No hay países más vinculados en el sistema económico mundial que estas dos economías. No hay divisiones, ni zonas de influencia entre China y EE.UU., sino una sociedad global que avanza junto a la revolución de las nuevas tecnologías”, resaltó el analista Jorge Castro.
Al mismo tiempo, remarcó que el aumento de la conflictividad en el mundo se debe al advenimiento de la cuarta revolución industrial vinculada a la técnica, una nueva transformación histórica y el quiebre del status quo en todos lados y al mismo tiempo.
Castro, estima que el negocio agropecuario de nuestro país durante de las próximas dos décadas, va de lleno hacia la República Popular China y no genera ninguna preocupación de dependencia por la escasa proporción de intercambio.
“Sólo hay que tener en cuenta que en los próximos 15 años, el gobierno chino va a importar cerca de 40 billones de dólares, de los cuales 30 van a ser bienes y 10 servicios. Argentina sólo tiene de ese mercado asiático menos del 0,04 % de las compras o demandas de esta nación. No hay peligro de una relación de dependencia, sino por el contrario, el surgimiento de otros problemas por la escasa presencia nuestra”, afirmó Jorge Castro.
Por su parte, centro su preocupación por la situación de nuestro país con Brasil y el desentendimiento en la propuesta para los próximos 4 años que intentaría reducir las tarifas externas de la Unión Aduanera del Mercosur, llevándolas del 13,5 a un 6%. “Esto impulsa desde Brasil una apertura inminente de la economía de este país, que de no ser acompañada por Argentina, es posible que el gobierno brasileño lo realice de forma unilateral”, enfatizó Castro, anticipando un panorama de conflicto comercial para el segmento agroalimentario de todo el hemisferio sur del continente.
A LA CABEZA
Lejos de ser el supermercado del mundo, Argentina aún mantiene la característica de una producción agroalimentaria encabezada por dos productos industriales, que son el poroto de soja y la harina. Esta última, coloca a nuestro país a la cabeza del sistema mundial, ya que más del 70% de las exportaciones de harina parten desde la Argentina.
Según Castro, la gran oportunidad de estos últimos años pasa por la apertura de China a las importaciones de este producto desde nuestra región. “Es un indicio extraordinario por la posibilidad de colocar productos diferenciales por encima de cualquier commoditie agrícola. Mucho tiene que ver con los cambios que está experimentando este gigante asiático en el marco del conflicto comercial con EE.UU. y la necesidad de lograr una fuerte diversificación en toda la línea de sus proveedores, favoreciendo a Brasil y por ende a la República Argentina”, reconoció el analista, agregando que es probable que no se sostenga por demasiado tiempo ya que la guerra comercial está encaminada hacia un acuerdo final.