La ex ministra de la Producción de Santa Fe, Alicia Ciciliani reconoció que la bioeconomía podría ser la alternativa para sacar al país de la crisis, teniendo en cuenta que la mayoría de los programas de desarrollo productivo de las últimas décadas han fracasado.
“Estamos convencidos de esto. En principio por hemos entendido que para hablar de este sistema o modelo, no solo hay que pensar en el campo, sino también, relacionarlo con el mundo científico, la salud vegetal y animal, la remediación del suelo y la producción de alimentos”, resaltó.
Al mismo tiempo, se situó en la necesidad de superar el conjunto de grietas históricas que transita el país desde hace décadas. Es decir, hay que terminar con la disputa ciudad versus campo, industria y agro, mercado interno o externo; y en este último año, ambientalismo contra producción.
“Sabemos que la bioeconomía es el elemento para trazar una diagonal entre todas estas problemáticas. Asimismo, integra estos conceptos y no es una propuesta o cuestión de futuro, sino que ya está acá y es palpable todos los días”, enfatizó Ciciliani.
Por su parte, consideró que es el momento para actuar de manera estratégica y con perspectiva histórica. “Hay que aprender. Incluso en estos momentos donde se vive con angustia y una incertidumbre muy amplia”.
Según Ciciliani, la política debe interpretar el pedido de los jóvenes y las nuevas generaciones, que se vincula con el cuidado del medio ambiente y encontrar un camino para salir de lo químico e ingresar al mundo de lo biológico. “No significa volver a plantar con una pala y cero tecnología. Hay que tomar lo mejor del desarrollo científico y tecnológico del siglo XXI, donde muchos logros corresponden a nuestro país que se encuentra a la altura de competir con los países más desarrollados del mundo”, subrayó la ex funcionaria.
Como antecedente, repasó el modelo de sustitución de importaciones de las décadas del 60 y 70 y consideró que fue un error haber ido atrás de la tecnología más avanzada, con un modelo de desarrollo dependiente. “Otra equivocación se dio en los años 90 y luego en el año 2000 con el reparto de la renta de la soja, porque no logramos instaurar un modelo de desarrollo con la capacidad que tiene todo el sector, el paquete tecnológico disponible junto a la siembra directa y los agroinsumos”, reconoció agregando que se multiplicó la productividad pero sin constituir ningún esquema de desarrollo sostenible.
A su tiempo, la actual referente en producción de la Fundación Usina Social, concluyó diciendo que vamos sin rumbo. Es decir, hace 10 años que Argentina no tiene ningún modelo y sigue chocando con la misma piedra.
“Hay que construir un Estado de bienestar. Crear nuevas instituciones políticas, que abarquen no solo a los legisladores, sino también, a las entidades de representación que están siendo tan cuestionadas”.
En una recorrida por el campo, la ex ministra reconoció que el sector y la ciudadanía en su conjunto perdió la confianza y no va a ser fácil revertir la situación. Sin embargo, alienta la oportunidad y el momento para abandonar el conjunto de grietas históricas.
“Hay capacidad de remediación, bajo lineamientos integrados y no excluyentes”, dijo.
Actualmente, la bioeconomía es una herramienta basada en el agregado de valor sobre la bio masa. Esta no solo genera producción, sino energía, productos y servicios que cuidan el medio ambiente.
Un ejemplo simple, pasa por considerar que cualquier desecho tiene la posibilidad de transformarse en una materia prima y generar valor.
Llevado a una realidad más próxima, se podría decir que todos los proyectos impulsados por nuestro país para la producción porcina, se deberían desarrollar bajo un equilibrio sanitario y sustentable con el medio ambiente. Al mismo tiempo, aplicando los conceptos de la bioeconomía, todos los excedentes deberían transformarse en fertilizantes biológicos y biogás para dar energía a los pueblos y ciudades circundantes.