Es un momento importante para el debate y la canalización de nuevos compromisos que las políticas deberán hacer que se cumplan. La afirmación pertenece a María Alejandra Bertolino, presidenta de la Sociedad Rural de Leones (Cba.) que se prepara como anfitriona en las jornadas de intercambio que propone la 67º edición de la Fiesta Nacional del Trigo que se desarrollará entre el próximo 16 y 19 de febrero.
Esta vez, el marco es muy particular ya que el grano viene de una siembra de 6 millones 100 mil hectáreas, siendo la superficie más baja desde la campaña 2017/18.
Esto significa que en términos regionales, las mayores caídas interanuales del área fueron reportadas en el noroeste argentino y las áreas del centro norte de las provincias de Córdoba y Santa Fe, donde de la falta de humedad superficial durante la ventana de siembra dificultó el avance de las sembradoras, dejando unas más de 600 mil ha. fuera de la campaña 2022/23, entre otros inconvenientes.
Todo forma parte de la hoja de ruta que seguirán los referentes de las Jornadas Trigueras que, –en sus bodas de oro– preparan una rendición de cuentas de los últimos 50 años. Es decir, han pasado menos de 25 buenas campañas buenas y excelentes, en un ciclo para este cultivo lleno de vaivenes y resultados con demasiadas distorsiones.
Un dato que comparte toda la cadena, pero sin embargo tiene puntos de mucha divergencia entre productores, dirigentes del agro, técnicos, así como también, las asociaciones y federaciones que reúnen a la industria molinera.
El cónclave que demandará 3 días, sentará a todos los actores en una mesa para tratar de encontrar una salida a las problemáticas actuales que desde hace años se resumen en políticas, coyuntura climática y economía.
Este año se sumará el análisis de mercados y otros aspectos o factores que hacen a los fondos de estabilización y las garantías en seguridad alimentaria.
“Nosotros queremos celebrar el esfuerzo de aquellos que arriesgan todos los días para la producción de alimentos de nuestro país. Al mismo tiempo, buscamos generar un marco para incentivar a los jóvenes en procesos de innovación del conocimiento que mejoren el crecimiento del trigo por encima de todas las coyunturas”, resaltó Guillermo Sarboraría, referente de la organización y secretario de la Sociedad Rural de Leones.
Está claro, que el problema de los últimos años se ha centrado en el aumento en los precios de los productos para panificación derivados del harina de trigo. Es más, la amplia discusión ha girado en torno a los porcentuales de incidencia y la carga impositiva que este segmento la reconoce como un elemento de asfixia. “Nosotros con rindes de 17 y 18 quintales en toda la zona, podemos anticipar que el año se perfila complicado. En principio por la distorsión cambiaria, una pobre cosecha y un posible nuevo aumento de costos que se dará por la incidencia en la ausencia del grano para procesar por encima de otros factores”, remarcó Bertolino conjugando los 3 años de sequía y las heladas tardías que afectaron el momento del llenado de grano en plena campaña.
La culpa del panadero
Por ahora, la parte política de la Fiesta Nacional del Trigo, no tiene bien claro quien se llevará las peores culpas a la hora de analizar los costos del mercado interno.
Hay quienes –en la cadena– siguen señalando a los panaderos como los principales responsables, aunque desde la mesa nacional triguera resumieron la necesidad de achicar la cantidad de intermediarios que tienen la actividad, reducir las cargas e impuestos y observar los aumentos constantes en la bolsa de harina.
Si no se logra consensuar en estos puntos, se prevén 2 escenarios posibles durante el año. El primero está indicando que el harina seguirá aumentando en los mostradores y el segundo que nuevamente que el Estado deberá intervenir con alguna herramienta que intente ser más oportuna que en los últimos tiempos. Por ahora, hay solo un respiro que no se extenderá mucho más del mes de marzo.