Los números que dan cierre a la campaña de trigo, anticipan los registros de un periodo muy crítico para la producción de Argentina, donde el agravante se profundiza cuando se contempla que el aumento en las pérdidas se sigue extendiendo hacia la ganadería, los granos gruesos y las economías regionales.
Todavía, el alivio de algunas provincias que recibieron las precipitaciones de enero es limitado, tenue y poco generalizado; tanto que en algunos casos los productores están determinando completar las siembras y esperar a que la suerte sea el único factor para llevar adelante el manejo.
Esta semana, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires anticipó los datos del cierre de la campaña de granos finos y se puso en línea con otros estimadores, entre otras bolsas de comercio del país y los propios organismos oficiales.
Según su departamento de estimaciones agrícolas, la campaña 2022/23 finaliza con 8 millones 100 mil toneladas por debajo del escenario inicial, con consecuencias graves por falta de precipitaciones durante todo el ciclo y, en el último tramo, la aparición repentina de heladas reiteradas.
A su vez, el organismo indicó que el rinde promedio nacional ha sido de 22,8 quintales por hectáreas, lo que refleja una caída interanual del 34,5 % y respecto al rendimiento de las último 5 campañas la cifra de ubicaría en un 26,6 %.
Aquellos que llevan todos los apuntes, concluyeron en observar que la campaña que terminó es apenas un poco superior a los resultados del trigo durante el ciclo 2008/09.
En definitiva, la producción nacional alcanzó los 12,4 millones de toneladas, cuando se esperaba superar los 22 millones de toneladas al inicio del ciclo productivo y su proyección la termina ubicando en la peor de las últimas 7 campañas de granos finos, con el agravante de que este cereal viene estando alejado de la producción promedio nacional que es de 18,9 millones de toneladas.
Más allá que las cotizaciones del grano se mantengan en niveles elevados, los analistas han considerado que el aporte a la economía podría acercarse a los 3.700 millones de dólares (2023), situándose un 35 % por debajo del valor récord alcanzado el año pasado.
En forma adicional, el trigo generará exportaciones por 2.300 millones de dólares y cerca de U$S 1.000 millones en recaudación fiscal, en ambos casos un 55 y 33 % menos en la medición interanual respectivamente.
Cabe destacar, que el tiempo fue la peor jugada para todo el ciclo agrícola y las zonas más castigadas estuvieron encabezadas por el NOA donde se sembraron 185.000 hectáreas (43,9 % menos que la campaña anterior), el centro norte de Córdoba con 335.000 ha. (32,2%) y el centro norte de Santa Fe, donde las 385 mil hectáreas implantadas mostrando una caída del 20,6 % respecto a la campaña 2021/22.
Por su parte, los registros indicaron que desde octubre de 2022 la condición del trigo se plantó en una categorización de regular a mala y la situación hídrica fue fluctuando hacia un 30 % en el mismo guarismo.
Es decir, los últimos 5 meses del 2022, fueron un exponente de la sequía extrema en Argentina. En ese tramo, el grano viró su condición mala y regular de un 20 al 50 % y la sostuvo hasta su último suspiro.
Aún con números parciales, la recaudación fiscal no se verá tan resentida, ya que seguirá siendo la mejor de las últimas 5 campañas, si el resultado logra superar los 1.500 millones de dólares del año pasado. Caso contrario se posicionará como la segunda más importante de la última década.
El otoño pasado, se sembraron 6 millones 100 mil hectáreas de trigo, siendo la superficie más baja desde la campaña 2017/18.
En términos regionales, las mayores caídas interanuales del área fueron reportadas en el noroeste argentino y las áreas del centro norte de las provincias de Córdoba y Santa Fe, donde de la falta de humedad superficial durante la ventana de siembra dificultó el avance de las sembradoras, dejando unas más de 600 mil ha fuera de la campaña 2022/23, entre otros inconvenientes.